Por: Sergio Cárdenas
En un territorio atravesado por las impresionantes Aguas del Río Cauca, se revelan duras realidades que enfrentan los habitantes que residen a lo largo de esta inmensa afluente. No solo se ven afectados por la contaminación derivada de la actividad minera, que ha privado a la región del Bajo Cauca Antioqueño de agua potable, sino también por las dinámicas mortíferas impuestas por diversos actores hacia aquellos que buscan escapar de la desigualdad, la pobreza y la violencia que ha dejado huella en la historia de estos territorios.
La vida de miles de habitantes está marcada por la escasez de un recurso vital: el agua potable. La región, rica en biodiversidad y recursos naturales, enfrenta una creciente crisis ambiental, provocada por la contaminación de sus cuerpos de agua, afectando directamente a la salud y calidad de vida de su población.
La minería ilegal y la deforestación indiscriminada son las principales causas de la degradación ambiental en la zona. Estas actividades han contaminado el río y sus afluentes con mercurio, agroquímicos y sedimentos, provocando la erosión de las riberas y un impacto negativo en los ecosistemas acuáticos. Según datos recientes, el 83% de la población no tiene acceso a agua potable, lo que agrava aún más las condiciones de vida en este territorio históricamente afectado por la desigualdad y la violencia.
Fotos: Sergio Cárdenas
Minería ilegal: el veneno que corre por los ríos
La minería, particularmente la ilegal, ha devastado los ríos de la región. El mercurio utilizado en la extracción de oro contamina el agua y los suelos, generando graves problemas de salud para la población local. La erosión de las riberas y el aumento de sedimentos en los cuerpos de agua agravan el panorama, deteriorando la calidad del agua y afectando los ecosistemas circundantes.
En el Bajo Cauca, la mayoría de los habitantes señala que la contaminación del agua ha traído consigo un aumento de enfermedades transmitidas por el agua, como infecciones intestinales y problemas dermatológicos. “Antes podíamos beber directamente del río; ahora ni siquiera el ganado puede tomar de estas aguas”, comenta un líder comunitario de la región.
El impacto de la contaminación no se limita solo a la naturaleza. La crisis ambiental ha desencadenado una crisis de salud pública. La falta de acceso a agua potable segura y el consumo de agua contaminada ponen en riesgo a miles de personas, en su mayoría poblaciones rurales que dependen directamente de los cuerpos de agua locales para sobrevivir. Las enfermedades de origen hídrico se han disparado en los últimos años, afectando especialmente a los niños y personas mayores, quienes son más vulnerables a estas condiciones.