*La Chispa
Según el Observatorio Colombiano de Feminicidios, hasta octubre de 2024, se registraron 745 feminicidios en el país, una cifra alarmante que expone la magnitud de la violencia de género. Antioquia lidera la lista con 96 casos, seguido de Bogotá con 72, Atlántico con 60 y Valle del Cauca con 58. Cada una de estas muertes no solo evidencia un problema de seguridad, sino una crisis estructural que afecta a las mujeres y sus entornos. Los feminicidios no son solo números; son el reflejo de una sociedad que necesita cuestionar y transformar sus dinámicas culturales y legales para proteger la vida de las mujeres.
El informe también destaca que las mujeres jóvenes son las más afectadas. De los casos registrados, 97 corresponden a mujeres de entre 25 y 29 años, mientras que 87 corresponden a mujeres de entre 20 y 24 años. Estas cifras evidencian que las víctimas, muchas en etapas clave de sus vidas personales y profesionales, enfrentan una realidad de violencia extrema. Esta tendencia obliga a reforzar las políticas de prevención y protección, especialmente enfocadas en las jóvenes, para garantizar su derecho a vivir en condiciones de seguridad y respeto.
Niños y niñas huérfanos: víctimas invisibles de los feminicidios
Uno de los impactos más devastadores de los feminicidios es el sufrimiento de los hijos e hijas de las víctimas. Hasta octubre de este año, 254 menores han quedado huérfanos como consecuencia de estos crímenes. Estas infancias marcadas por la violencia no solo enfrentan un duelo profundo, sino también una mayor vulnerabilidad económica y social. Estos niños y niñas representan una dimensión invisible del problema, que demanda atención y acciones integrales del Estado y la sociedad para proteger sus derechos y su futuro.
De los 745 feminicidios registrados, 239 ocurrieron en el hogar de las víctimas. El espacio que debería ser un refugio de seguridad se convierte, para muchas mujeres, en el escenario de su mayor peligro. Este dato pone de manifiesto la complejidad de la violencia de género, especialmente aquella que se desarrolla en entornos íntimos. La necesidad de crear redes de apoyo, servicios accesibles y mecanismos de denuncia efectivos es urgente para que las mujeres puedan salir de contextos de violencia doméstica sin temor a represalias.
Cada feminicidio es una historia truncada, una vida llena de sueños y potencial que se pierde para siempre. Estos crímenes afectan no solo a las víctimas directas, sino a toda la sociedad, dejando un impacto emocional y cultural difícil de reparar. La violencia contra una mujer es una herida en el tejido social, un recordatorio de que la igualdad y la seguridad siguen siendo derechos pendientes. Es urgente que Colombia reflexione sobre esta problemática y que tanto las instituciones como los ciudadanos actúen para erradicar la violencia de género, promoviendo una cultura de respeto y equidad.
