- El pasado domingo se jugó la final del torneo más importante para el fútbol femenino en la categoría juvenil. El Mundial Sub-20, realizado en Colombia, coronó a Corea del Norte como bicampeona del certamen, con Japón como subcampeona. Además, la hinchada colombiana se destacó por ser la que más apoyó el fútbol en esta categoría.
Cuando hablamos de las potencias del fútbol femenino, usualmente nombres como Estados Unidos, Alemania o Japón resuenan. Sin embargo, hay un equipo que ha emergido desde las sombras con una trayectoria notable: la selección femenina de Corea del Norte. En un país conocido por su hermetismo, la disciplina y el trabajo colectivo han convertido a este equipo en una de las fuerzas más dominantes del fútbol femenino mundial. Un ejemplo reciente es su victoria en la Copa Mundial Femenina Sub-20, donde se coronaron campeonas tras vencer 1-0 a Japón en una final épica disputada en El Campín, Colombia.
El proceso que ha llevado a Corea del Norte a la cima del fútbol femenino no es producto de la casualidad. El país ha invertido de manera significativa en el desarrollo del deporte femenino, estableciendo estructuras sólidas desde las categorías inferiores. El éxito en la Copa Mundial Sub-20, con la decisiva actuación de Choe il Son, autora del gol de la final y ganadora del Botín de Oro, es un reflejo del trabajo minucioso que el equipo técnico y las jugadoras han realizado. Este triunfo no solo es un hito deportivo, sino también una prueba de la fortaleza y resiliencia que caracteriza a las mujeres deportistas norcoreanas.
Una de las claves del éxito de Corea del Norte radica en su estilo de juego. Jugadoras como Choe il Son y la capitana Chae Un Yong, quien dirige el equipo con precisión desde el mediocampo, son ejemplos de la versatilidad y técnica del equipo. Choe, con su capacidad para penetrar desde la banda derecha y encontrar ángulos imposibles para su zurda, ha sido fundamental en cada partido del torneo. La organización defensiva y el control del balón que demostraron las norcoreanas en la final, especialmente durante el primer cuarto de hora, las posiciona como un equipo difícil de superar.
El éxito de Corea del Norte en el fútbol femenino no ha sido fácil. Su camino hacia la cima ha estado lleno de desafíos físicos y mentales, como se evidenció en la final, donde las jugadoras, agotadas tras siete partidos en 23 días, lidiaron con calambres y fatiga. Sin embargo, la determinación y el espíritu de equipo prevalecieron. La victoria por 1-0 ante Japón no solo les dio el trofeo, sino que reafirmó el estatus de Corea del Norte como una de las selecciones más fuertes, cerrando el torneo de manera invicta con un rendimiento perfecto del 100%.
En conclusión, la selección femenina de Corea del Norte ha demostrado ser una potencia mundial en ascenso. Su éxito no es solo fruto de talento individual, sino de un sistema bien organizado y un enfoque disciplinado hacia el deporte. A medida que miramos hacia el futuro, con la próxima edición de la Copa Mundial Femenina Sub-20 programada para 2026 en Polonia, Corea del Norte será sin duda un equipo a seguir de cerca, consolidando su lugar en la élite del fútbol femenino global.