lunes, abril 7, 2025
spot_img

More

    Últimas entradas

    Che Guevara: abridor de caminos que están cambiando el Mundo

    Por Diego Catatumbo del equipo de Chispa.info
    Inspirado en la biografía de Paco Ignacio Taibo II.

    Hay nombres que se inscriben en la historia como leyendas, y luego está Ernesto “Che” Guevara, el guerrillero heroico, el que no sólo buscó cambiar un país, sino un mundo entero. Según Paco Ignacio Taibo II, su biógrafo más visceral, el Che fue algo más que una estrella fugaz en la política de izquierda: fue un cometa que dejó una estela de fuego, utopía y desencanto. Lo amaron, lo odiaron, pero jamás pudieron ignorarlo. Porque el Che es de esos que, cuando pisan el polvo, sacuden la historia.

    ¿De dónde salió este hombre?

    Nació en 1928 en la Argentina, en una familia de clase media, pero su espíritu nunca fue contenido por las fronteras. Se hizo médico porque quería entender el sufrimiento humano desde adentro. Y luego se lanzó a recorrer Latinoamérica en moto, en barcazas, a pie, formando paso a paso en este recorrido la fragua revolucionaria que animaría su vida entera como los latidos de su corazón. Con los ojos abiertos como ventanas y la mente inquieta como volcán, descubrió un continente que gemía, lleno de injusticias, de campesinos explotados, de riquezas robadas.

    Según cuenta Taibo, en ese viaje, Ernesto dejó de ser sólo Ernesto. Comenzó a convertirse en el Che, forjador de pueblos y utopías en un mundo donde los poderosos siguen sembrando muerte y destrucción, ponía en peligro la cosecha de pobreza, hablando de la abolición de las clases sociales, y eso les es siempre un peligro.

    La revolución no espera a nadie

    El Che no quería cambiar las cosas desde una oficina. No. Los de su clase no nacen para conformarse. Él quería meter las manos en el barro de la historia, ensuciarse hasta los huesos. Y eso lo llevó a un lugar que cambiaría su vida y la de medio mundo: la Sierra Maestra, Cuba. Allí, junto a Fidel Castro y un puñado de soñadores armados hasta los dientes, se lanzó a lo que muchos veían como una locura imposible: derrocar a Batista, el el dictador tiránico que había convertido a la Isla en el burdel de los gringos.

    Lo demás es historia conocida. La Revolución Cubana fue más que una victoria militar, fue una bofetada a la cara del imperialismo. Pero para el Che, el triunfo no fue suficiente. La revolución no se podía quedar en una isla. La lucha era por el mundo entero. De lo contrario, ¿qué sentido tenía tanta sangre derramada?

    Héroe o mártir, según quién te lo cuente

    Pero claro, los poderosos no tienen paciencia para los que no se conforman. Después de su paso por el Congo, donde intentó avivar una revolución que apenas respiraba, el Che fue a Bolivia. Ahí, en 1967, lo traicionó un enclenque del Partido Comunista Boliviano, cuyo ego malherido no soportaba que el Che estuviera organizando la revolución, que el desde la teoría y la sumisión a la Unión Soviética, fueron incapaces siquiera de plantear.  Fue por eso que el ejército boliviano al servicio de los gringos, pudo encontrarlo. Lo cercaron, lo asesinaron. Una ejecución hecha con balas de miedo. Miedo a lo que representaba: el hombre que se atrevía a decir que un mundo nuevo era posible. Pero como dice Alí Primera, los que mueren por la vida. No pueden llamarse muertos.

    Paco Ignacio Taibo II, con la precisión de un cirujano y el cariño de un compañero, nos describe ese momento como el punto final de una vida, pero no de una lucha. Porque el Che se hizo inmortal en el mismo segundo en que cayó al suelo de La Higuera, con los ojos abiertos, mirando el futuro que le pretendían cercenar.

    ¿Y qué queda del Che hoy?

    Muchos intentan encasillarlo en camisetas, pósters y tatuajes. Pero el Che no cabe en ningún marco. Es una idea, un ejemplo del arqutipo latinoamericano, un recordatorio de que la revolución es la que te cambia por dentro, para que puedas cambiar lo que hay fuera. Para Taibo, lo importante no es si el Che fue un santo o un demonio, un héroe o un loco. Lo que importa es que nunca, jamás, dejó de pelear por lo que creía. Hasta el último aliento.

    Hoy, el Che Guevara sigue siendo ese grito incómodo que nos recuerda que, mientras haya injusticia en el mundo, la revolución está por comenzar.

    “Muchos me dirán aventurero, y lo soy. Solo que de un tipo diferente, del que pone el pellejo para demostrar sus verdades.”

    Che Guevara

    Latest Posts

    spot_imgspot_img

    No te lo pierdas

    Mantén la chispa

    Mantén la llama de la revolución ence