lunes, abril 7, 2025
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    532 años después seguimos en resistencia, avanzando de victoria en victoria

    Por Diego Catatumbo para La Chispa

    Hace veinte años, el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas) cernía tenebrosa e inexorable la sombra del águila imperial sobre Nuestra América. Sin embargo en las calles de Bogotá y de Caracas, los pueblos se levantaban invencibles contra ese sino fatídico al que nos querían condenar. Hace 20 años, tuvimos una victoria popular, un alarido de rebeldía que conmocionó a los poderosos, estaba entonces el primer gobierno de Uribe desatado asesinando al pueblo colombiano. Por eso el 12 de octubre de 2004, el pueblo tuvo una de esas victorias que no quedan en los libros de historia, pequeñas, pero de las que se atesoran en el corazón de los pueblos, Fue hace 20 años, cuando un rostro gigantesco de Bolívar, en blanco y negro, entraba con paso firme y altivo en la Plaza Bolívar de Bogotá mientras la estatua del libertador lucía orgullosa una capucha en abierta alusión al Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, el movimiento de masas que había lanzado la entonces guerrilla más antigua y poderosa del continente, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo. No era solo una imagen. Era la memoria de los que no se resignan, la memoria de los que no claudican ante la injusticia, la herencia libertaria de nuestros tatarabuelos integrantes del ejército patriota que a las órdenes de Bolívar echó al español de estas tierras, acabando en este continente con las monarquías y poniendo de moda la República como forma de organización democrática del Estado. Por eso Bolívar no es una estatua más, no es una efeméride de calendario. Bolívar es el grito eterno de quienes siguen luchando, con toda la heroicidad y la fuerza de la raza cósmica 532 años después del primer paso invasor.

    Petro, el tricolor, Colón y la Resistencia

    Ese 12 de octubre supe que Gustavo Petro sería el presidente de Colombia, en pleno terror de la inseguridad democrática del Matarife Uribe Vélez, el entonces congresista Gustavo Petro se plantó con la bandera tricolor en la mano y en un discurso que muchos llamaron “veintejuliero” llamó al pueblo colombiano a mirar a otro horizonte más prometedor que la muerte que entonces le ofrecía al país el narcogobierno paramilitar del bárbaro Uribe Vélez. Lo de Petro era un gesto pequeño, dicen algunos, pero ahí estaba la historia latiendo, ahí estaba Bolívar mirando desde algún lugar. Y en Caracas, mientras Petro hablaba en Bogotá, se escuchaba un trueno que venía de los siglos. La estatua de Cristóbal Colón caía al suelo, tumbada por la fuerza de los invisibles, por esos descendientes de los que han resistido desde que la primera carabela tocó tierra y se llevaron el oro y la sangre. El lugar donde antes se levantaba ese monumento al genocidio y la conquista ahora es la Plaza de la Resistencia Indígena donde se iergue digno y orgulloso la estatua del Cacique Guaicaipuro.

    Hoy, al pasar por esa plaza, se siente el peso de los siglos en los hombros, pero no es un peso de derrota. Es la certeza de que seguimos resistiendo, de que no nos han vencido ni nos vencerán. Porque si nuestros pueblos indígenas no han desaparecido, si  Bolívar pudo empujar ejércitos con la fuerza de su ejemplo, si 200 años después Gustavo Petro ahora es presidente de Colombia, representando por primera vez al pueblo humilde de este país, si a pesar de los bloqueos criminales contra Venezuela la Revolución Bolivariana se sigue profundizando, si Cuba aún resiste, ¿qué no podrán hacer los que hoy siguen gritando en las calles?

    De victoria en victoria, por el legado del Libertador

    Cortázar diría que esta historia es una rayuela mal jugada por los poderosos. Bolívar, entre el humo de la batalla y los mares de ideas, nos recordaría que «de victoria en victoria» hemos venido, aunque algunos quieran hacernos pensar que no es así. ¿O acaso no es victoria haber expulsado al imperio más poderoso del mundo de la época de nuestras tierras? ¿O no es victoria haber hecho de este continente la cuna de la democracia republicana?,Porque en Nuestra América no hay monarquías, a diferencia de Europa donde aún hay súbditos y no ciudadanos. Por eso haber tumbado al Colón de mármol en Caracas y erguido en su lugar a los pueblos que resistieron es expresión de esas victorias populares. Por eso es victoria cada vez que una comunidad indígena, campesina o afrodescendiente recupera sus tierras robadas con la reforma agraria que impulsa el gobierno del cambio del presidente Petro.

    Bolívar, que vivió en carne propia la traición de los suyos, lo entendía mejor que nadie. Las victorias del pueblo no se miden en palacios, ni en discursos de senadores. Se miden en la persistencia, en la terquedad de no bajar la cabeza. Petro lo sabe, y por eso su discurso ese día hace veinte años no fueron solo palabras al viento, sino semillas de un futuro de dignidad que ahora estamos empezando a vivir. Por eso estas palabras son un llamado a no olvidar que, 532 años después de aquel fatídico 12 de octubre, seguimos en pie, resistiendo y avanzando.

    Un día fue el imperio español, ahora es el capital transnacional y la oligarquía local que, como Judas, vende el alma del pueblo por treinta monedas. Pero mientras haya una bandera al viento, mientras haya manos que siembran en tierra quemada y cuerpos que marchan descalzos, la historia no se ha terminado.

    Y aquí estamos, 200 años después, a 532 años de la invasión, viendo cómo el rostro gigante de Bolívar sigue caminando por las ciudades, los campos, las montañas. Petro enarbola su espada en la mano y el pueblo lo lleva en el corazón. Las estatuas de los sanguinarios conquistadores van cayendo por todo el continente y nos recuerda a los que nunca se rindieron. Y sí, seguimos de victoria en victoria. Porque cada acto de resistencia, por pequeño que sea, es una victoria en el camino largo hacia la liberación.

    Hoy, seguimos dando la cara al invasor, aunque este ya no venga en barcos de madera. Hoy, seguimos recordando que la historia la hacen los pueblos que no se rinden, los que, como Bolívar, Petro y tantos más, entienden que la verdadera victoria es no dejar nunca de pelear. Por eso sabemos que desde el río hasta el mar, Palestina vencerá.

     

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