lunes, enero 20, 2025
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    Medios alternativos ganan terreno en el campo de la credibilidad ante la prensa de la élite

    Luis Carlos Vélez, director de La FM, emisora perteneciente al multimillonario Carlos Ardila Lülle, ha usado su cabina privilegiada para lanzar graves acusaciones y despreciar a los medios alternativos, calificándolos como «cloacas». Lo mismo otros directores de medios se han dedicado a maltratar el ejercicio del periodismo que un grupo numeroso y creciente de medios alternativos están ganando terreno el campo de la credibilidad y la formación de opinión en la sociedad colombiana.

    La vieja dialéctica reaparece: la élite mediática contra la opinión del pueblo. Lo que Vélez y muchos otros no anticipaban es que estos nuevos medios representan la voz de millones que buscan, en estas plataformas, escuchar lo que otros callan. En el nuevo ecosistema de la comunicación, estas voces alternativas ganan terreno con su crítica directa y un enfoque popular que se siente cada vez más cerca de las mayorías.

    El rechazo hacia estos medios emergentes revela una desesperación palpable. Los oyentes se alejan de las voces tradicionales —Néstor Morales, Vicky Dávila, Julio Sánchez, Diego Alvira, Gustavo Gómez— y se informan a través de plataformas alternativas vía YouTube, donde la verdad se narra en otro tono.

    Es un giro que incomoda a quienes antes controlaban la narrativa oficial. Eran la clase alta del periodismo por ende los jefes de la opinión incontrovertible. Y quién se atreva a llevarles la contrario lo acusan de violentar la “prensa libre”. ¿Qué sucede cuando un periodista acostumbrado a ser la voz dominante pierde relevancia? Los medios tradicionales, que alguna vez moldearon la opinión pública con facilidad, ven ahora cómo son reemplazados por voces surgidas del descontento popular.

    El ataque de Vélez y otros periodistas tradicionales no es casual. Denigran y menosprecian a estos medios alternativos porque sienten que su influencia se desvanece. El pueblo, cansado de la manipulación, ha comenzado a buscar otras voces, aquellas que no se limitan a repetir el guion impuesto por sus patrocinadores, sino que se atreven a cuestionar el poder, a exponer la verdad y a mostrar el sistema de desigualdad que sostiene a la élite.

    Este fenómeno no es nuevo, pero su intensidad crece a medida que Colombia avanza en un proceso de transformación. Las luchas por la paz, las reformas sociales, y el rechazo al neoliberalismo marcan el trasfondo de esta confrontación. Los periodistas que defienden el viejo orden, temiendo perder sus privilegios, recurren a ataques desesperados y personales, buscando desacreditar cualquier intento de cambio. Lo que no logran entender es que este proceso ya es irreversible.

    La conclusión es clara: Colombia vive un momento histórico de transformación, y quienes buscan detener este cambio lo hacen con ataques infundados. El reto para quienes estamos del lado del pueblo es contar esta historia, narrarla para ser comprendida, la sienta suya y la viva con fuerza. Informemos y comuniquemos bien, orientemos las miles de luchas por un mejor país, y sigamos avanzando, porque el cambio de la historia no tiene marcha atrás.

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