Por Clavijo @Hiragi_David
Un joven deambula por las calles de La Gaitana, sumido en la monotonía capitalista, entre amores y dolores, su mirada se detiene en una pared de una casa blanca. Tres letras, toscas, repugnantes y fuera de lugar, lo impactan: es otra firma de las AGC. Observa el grafiti por unos segundos, mientras de fondo suena «El paraco y el guerrillero», un narcocorrido popular. La escena lo perturba, pero también le da el valor para reflexionar sobre cómo enfrentar ese sentimiento de impotencia.
Recuerda diversas formas de unidad que han surgido para combatir el fascismo. Rememora una movilización local de Derechos Humanos, donde jóvenes salieron una noche a denunciar la presencia paramilitar en la comunidad. Piensa en la RASH, un colectivo de jóvenes con estética obrera inglesa que, al ritmo del ska argentino y jamaicano, luchan contra el fascismo desde la cultura, incluso con violencia si es necesario. Luego imagina el proceso del soviet de Barrancabermeja, donde obreros y clases populares lograron organizarse para establecer un gobierno popular autónomo. También evoca un texto estadounidense del Frente Antifascista Internacional que relata la valentía de anarquistas y comunistas que, antes de que el macartismo contaminara las mentes juveniles, fueron a combatir al ejército de Franco.
A través de este torrente de pensamientos y emociones, llega a una conclusión que, aunque no es nueva, sigue siendo relevante: la unidad de acción para enfrentar a un enemigo común. Comprende que combatir al paramilitarismo es un interés colectivo, desde los jóvenes que defienden los humedales a toda costa mientras ven cómo las alianzas entre paramilitares y empresarios arrasan con la tierra, hasta la escuela de fútbol del barrio, donde los futuros Maradona y Sócrates son devorados por el bazuco. Incluso el defensor de derechos humanos que fue recientemente amenazado por “joder tanto”.
Esta unidad no puede limitarse a acciones desarticuladas. Al contrario, debe profundizarse en el debate, organizando y centralizando tácticamente tanto las actividades de agitación como las de protesta. No se debe subestimar al enemigo ni su alcance, identificándolo junto con sus aliados institucionales. Y, sobre todo, hay que estar preparados para combinar todas las formas de lucha. Solo así, como en la letra final de la canción, se podrá decir: «Aquí termina el corrido del guerrillero y del paraco».
