Home Opinión Hacer Invivible la República, la historia se repite 

Hacer Invivible la República, la historia se repite 

0

Por: Edmundo Dantes

Laureano Gómez Castro es quizás uno de los líderes más influyentes en la historia política colombiana, cuyas estrategias han dejado una huella profunda en el panorama actual por su oposición a ultranza a reformas que sacaran el país del feudalismo y modernizaran la nación, gran parte del atraso de nuestras instituciones son consecuencia del ejercicio político de quien apodaban “El Monstruo” o “El Basilisco”. Al comparar su historia con los actuales intentos de Gustavo Petro por implementar reformas en su gobierno, se pueden observar paralelismos inquietantes que revelan un ciclo de resistencia a los avances sociales y confrontación para mantener el espíritu conservador y el vasallaje de origen agrario en la población colombiana.

Laureano se caracterizó por consolidar formas de utilizar la violencia como herramienta política. Antes de su liderazgo en la fracción «histórica» del Partido Conservador, la violencia se empleaba principalmente para consolidar el poder tras guerras. Gómez, sin embargo, la utilizó para desafiar abiertamente al gobierno legalmente constituido y socavar las reformas del Partido Liberal. En su famoso discurso del 15 de septiembre de 1940, declaró su disposición a recurrir a la violencia para frenar estos cambios: “llegaremos hasta la acción intrépida y el atentado personal (…) y haremos invivible la república!”, proclamó en el Senado (Gómez, 1940).

A partir de ese momento, su discurso avivó un clima de violencia política, incrementando las masacres y asesinatos, especialmente en el campo. Aunque no se ha demostrado judicialmente su responsabilidad directa, es innegable que su discurso alentó a sus seguidores a asesinar, desplazar, atentar y actuar en contra de las reformas, lo que finalmente le permitió al conservatismo recuperar el poder en 1946.

Al igual que López Pumarejo, Gustavo Petro, por su parte, ha intentado concertar reformas significativas en áreas como la salud, la educación y la justicia social. Sin embargo, su gobierno enfrenta una feroz resistencia que recuerda la oposición laureanista. Desde su llegada al poder, Petro ha buscado establecer diálogos y construir consensos, pero se encuentra con una oposición que, al igual que los copartidarios de Gómez, utiliza la desinformación y la violencia verbal para desacreditar sus iniciativas. La estrategia actual incluye ataques a su administración, presentándola como una amenaza a la propiedad y a los valores tradicionales, evocando la misma narrativa que Gómez utilizó contra sus adversarios (Rincón, 2023). Así mismo es claro que existen amenazas incluso sobre la vida del mandatario de izquierda, que incluso han sido denunciadas por el embajador norteamericano.

En América Latina, las estrategias de «golpe blando» o «lawfare» se han vuelto comunes, donde se utilizan mecanismos legales y judiciales para desestabilizar gobiernos considerados adversarios. Estas tácticas incluyen acusaciones de corrupción, procesos judiciales cuestionables y campañas de desprestigio, todo diseñado para erosionar la legitimidad de los líderes progresistas. En este contexto, la justicia se convierte en una herramienta de guerra política, debilitando no solo al gobierno, sino también el tejido democrático del país. En esa línea, un sector del establecimiento colombiano ha intentado llevar a cabo un golpe de estado institucional contra el presidente Petro. Este esfuerzo se manifiesta en ataques coordinados a sus políticas y en cuestionamientos constantes a su legitimidad. Al igual que en otros países de la región, estos intentos buscan deslegitimar al gobierno y crear un ambiente propicio para su eventual destitución, utilizando estrategias que, aunque parecen legales, son fundamentalmente antidemocráticas y buscan frenar las reformas en curso.

El paralelismo se extiende a la forma en que se ha transformado el discurso político. Al igual que Gómez convirtió el debate en una lucha entre su «verdad» y el «error» de sus oponentes, hoy se utilizan etiquetas para deslegitimar a Petro y su gobierno, acusándolos de corruptos o enemigos de la nación. Esta dinámica no solo polariza a la sociedad, sino que también busca desestabilizar los intentos de reforma y concertación que el presidente ha propuesto, sin abrir espacio a un debate franco y de frente a la sociedad.

La retórica de la obstinación se amplifica en los medios de comunicación y redes sociales, creando una realidad alternativa que influye en la percepción pública y la intención de voto. En este contexto, se ha instado a la población a armarse en defensa de sus propiedades, un eco claro de las arengas de Gómez en contra de los presidentes liberales de su tiempo (Martínez, 2023).

La historia parece repetirse, donde los intentos de Petro por implementar cambios significativos se enfrentan a una oposición que no solo busca mantener el status quo, sino que también utiliza tácticas de intimidación y deslegitimación. Al igual que Laureano Gómez, los sectores más radicales están dispuestos a hacer «invivible» la república para recuperar el poder que sienten que se les ha arrebatado.

En conclusión, el legado de Laureano Gómez resuena en los desafíos que enfrenta el actual gobierno de Petro. La historia de Colombia se convierte en un ciclo donde los intentos de reforma chocan con una resistencia que no escatima en esfuerzos para desacreditar y destruir lo que se construye desde el cambio. La pregunta que queda es si este ciclo se romperá o si, una vez más, la violencia y la deslegitimación prevalecerán sobre la concertación y el diálogo.

 

**Referencias:**

– Gómez, L. (1940). Discurso en el Senado de la República.

– Rincón, A. (2023). «La resistencia a las reformas de Petro: Un eco del laureanismo». *Revista de Política Colombiana*.

– Martínez, J. (2023). «Estrategias de deslegitimación en el contexto político actual». *Análisis Político*.

NO COMMENTS

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here

Salir de la versión móvil